A la 1:30 pm. “¡Comando! esta ayuda también es para tus hijos, !comando!”, gritaba un manifestante a los militares dentro de la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, en La Carlota. Sus puños apretaban con fuerza las rejas del recinto militar. Detrás de él, cientos de personas. “Únete. No dispares contra tu pueblo, ¡comando!”, repitió el manifestante.

Los militares del otro lado de la reja se refugiaban en una sombra. Miraban a los manifestantes y no reaccionaban. “Soldado, hermano, solo faltas tú”, gritaban ahora al unísono los cientos de manifestantes.

Este 23 de febrero miles de personas se sumaron a las calles de Caracas para exigir a las Fuerzas Armadas permitir el ingreso de la ayuda humanitaria anunciada por el presidente (e) Juan Guaidó. Desde seis puntos de la ciudad caminaron hasta la base aérea en La Carlota, donde se concentraron.

Los manifestantes parecían incansables. Bajo un cielo despejado, el sol quemaba a todo aquel que no se resguardara en sombra. Las caras aguantaban ruborizadas por el calor y los cuerpos sudados. Pero la gran masa de gente no daba tregua a su reclamo. Los gritos y la euforia no callaba.

“Pedimos que dejen entrar la ayuda humanitaria para que no sigan muriendo personas por falta de insumos. Le pedimos a los militares que se pongan del lado correcto de la historia”, expresó el padre Wilfredo Corniel, de la Parroquia San Miguel Arcángel en El Cementerio.

Con una bandera sobre sus hombros hablaba Corniel. Mientras, las personas a sus espaldas gritaban “libertad” al unísono. Esta protesta tomó la autopista Francisco Fajardo desde La Carlota hasta el distribuidor Altamira por más de tres horas. Seguía Corniel:

“A nuestras parroquias se acercan  pidiendo ayuda y son muchos los que mueren por falta de alimentos y medicinas”, reiteró el padre, mientras sujetaba un cartel en rechazo a las muertes en Kumarakapay.

A lo largo de este tramo de autopista se extendió una diversidad de distintas maneras de manifestar. Unas creativas y otras convencionales. Todas con un mismo fin: ser escuchados por los militares del otro lado.

Mientras unos gritaban y otros aplaudían frente a la base aérea, María Eugenia De Malgorie sujetaba en en las rejas una pequeña pancarta marrón. Pidió un adhesivo y lo sujetó con la boca. Lo pegó y se apartó. El papel daba la cara a los militares sentado del otro lado. Se leía: “Únanse a la Venezuela libre”.

“Seguiré aquí en protesta porque soy venezolana. Tenemos 20 años en dictadura, pasando hambre, inseguridad y penurias”, comentó De Malgorie, de 69 años. Como este, había una decena de papeles sujetados a lo largo de las rejas de la base aérea, con mensajes a los funcionarios.

“Mis hijos y nietos se han tenido que ir del país. Ellos tienen que regresar, a una nueva Venezuela. Por eso tengo que estar aquí. Queremos libertad”, expresó De Malgorie, quien además venía desde La Tahona.

Al as puertas de este recinto militar se acercaron algunos diputados de la Asamblea Nacional. Reiteraron el llamado a las Fuerzas Armadas a ingresar la asistencia humanitaria y pidieron a los manifestantes retirarse en tranquilidad.

“Guardias, nosotros somos sus amigos. Esta ayuda también es para ustedes”, manifestó el diputado José Guerra.

Horas de protesta

Una bandera nacional ondeaba, mientras un grupo de manifestantes se aglomeraban en las rejas de la base aérea en La Carlota. Un megáfono lideraba el Himno Nacional que sonaba a una sola voz. El ambiente se tornó en un sentimiento nacionalista.

Al frente seguían la docena de militares, solo observando. Una tanqueta, un camión y una ballena los acompañaban. No dedicaban mayor atención a los protestantes. Se paraban, bebían agua y volvían a su sombra.

“Hay que resistir. Es lo que nos toca”, comentó Alejandra Bonilla. Se refugiaba unos instantes bajo sombra que ofrecía una pared, mientras descansaba. Llevaba más de cuatro horas en la protesta.

“Si no es ahora no es nunca. La situación en Táchira está muy fea. Por eso debemos seguir en respaldo de la ayuda humanitaria. Si no es ahora no es nunca”, expresó Bonilla, quien se vestía de blanco al igual que la gran masa de gente. Alrededor de las tres de la tarde se comenzaron a retirar los manifestantes.

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Fotos: Efe.