Los habitantes de Barrio Aeropuerto fueron los primeros en golpetear las ollas. A las 12 del mediodía, los dirigentes de oposición levantaron la mirada hacia el cerro donde la gente salía de sus casas, algunos con sus cacerolas en mano, otros con afiches del fallecido presidente Hugo Chávez.

El diputado de la Asamblea Nacional, José Manuel Olivares, se unió al cacerolazo en medio de la torrencial lluvia que bañó las calles de Maiquetía por más de 15 minutos.

El repique de las ollas volvió a repetirse en los bloques de 10 de marzo. Desde las ventanas de los apartamentos agitaban franelas, banderas de los partidos de la coalición opositora o lo que tuvieran a mano.
Hasta papelillos improvisados lanzaron a la caravana que originalmente sería una movilización hacia la oficina regional del Consejo Nacional Electoral para exigir el referendo revocatorio, pero que la oposición se vio obligada a cambiar debido a que las autoridades electorales decidieron darles el día libre a los funcionarios en las sedes de los estados por razones de seguridad.
El cambio de último minuto afectó la convocatoria. Más de un militante se quejó por la imprecisión sobre el sitio de partida y la improvisación que retrasó la actividad por más de dos horas.
Pero, aunque la logística de la Toma de Caracas no se repitió en Vargas, la gente recibió de forma espontánea a los opositores con el repique metálico en las siete parroquias (Catia la Mar, Urimare, Carlos Soublette, Maiquetía, La Guaira, Macuto, Caraballeda) que fueron recorridas.
A pocos metros de la Compañía Guipuzcoana, sede de la Gobernación y punto aledaño a la oficina del CNE, la policía de Vargas desvío la caravana de la MUD que tomó uno de los canales de la avenida en sentido contrario para continuar con el recorrido.

Cerca de 10 carros oficiales pertenecientes a Polivargas y a la Guardia nacional Bolivariana cercaban el perímetro de la sede regional electoral, hasta una ambulancia había en el lugar. La militancia psuvista se agrupó a las afueras de la Guipuzcoana.

En La Guaira, Macuto y Carabellada, donde terminó la jornada, se escuchó y se vio más de una olla desde las ventanas de los ranchos, las casas y los apartamentos de las residencias más acomodadas. Incluso en algunos urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela, en Macuto, se animaron a saludar.




El trayecto fue largo, del oeste al este del estado, y ya en Caraballeda la concentración fue poca. Aunque estaban presentes los diputados Olivares, Milagros Eulate, Ana Mercedes Aponte Merchán, César Alonso y Winston Flores, fue el secretario ejecutivo de la MUD en Vargas, Carlos Teixeira quien cerró la actividad invitando a cantar el himno nacional.
El 7 de septiembre transcurrió con normalidad para otros. En el paseo La Marina, lugar de partida de la caravana, un grupo de personas se mantuvo ajena a lo que ocurría mientras hacía cola para comprar comida en el abasto de Pdval que está ubicado en la zona.
El único evento violento que se registró durante la caravana fue la agresión que sufrió el militante de Primero Justicia, Juan Carlos García, quien fue retenido 45 minutos por unos colectivos del chavismo en la parroquia Caraballeda. El joven sufrió una fractura de nariz, informó el secretario juvenil de la MUD, Lauren Caballero.