Al cumplirse un año de las elecciones presidenciales del 28 de julio, la líder opositora María Corina Machado llamó a una “organización clandestina” o «subterránea» en Venezuela para “perseverar” en la lucha por el cambio político en el contexto de elevada persecución política.
“Nos preparamos para la acción cívica el día que se requiera», expresó la dirigente política en un video divulgado en sus redes sociales. A los militares venezolanos se dirigió nuevamente: “Saben lo que tienen que hacer”.
Para analistas políticos, la situación de la dirigente de Vente Venezuela sigue muy comprometida desde el punto de vista de su seguridad y por lo limitado de su poder de acción desde la clandestinidad, en la que se encuentra tras los comicios presidenciales para evitar ser apresada.
El chavismo, por su parte, se esfuerza en mostrar “control”, al afirmar que saben su ubicación y pueden detenerla cuando lo consideren apropiado. También, en tratar de desplazar su liderazgo mediante la construcción de su «propia oposición» y advertir que quienes no participaron en los comicios del 25 de mayo y el 27 de julio quedaron “desechados” como “interlocutores”.
¿Qué opciones le quedan a quien lideró la ruta que condujo al triunfo de Edmundo Gonzalez en las presidenciales – según 85% de las actas divulgados por el Comando con Venezuela – en adelante?
Organización de cuadros
“En términos relativos, el liderazgo y la adhesión de las mayorías siguen vinculados a Machado y su propuesta, a pesar del natural desgaste de sus circunstancias, constreñidas por el contexto represivo y de clandestinidad. En este sentido, Machado presenta a la vez una ruta y una exigencia. El llamado implica, por un lado, la admisión de las limitaciones de estrategias previas, pero también, hasta cierto punto, la confirmación de las limitaciones de estrategias alternativas que no se enfrenten al statu quo”, opinó el politólogo Guillermo Tell Aveledo sobre el mensaje de la líder opositora.
Para el politólogo, el llamado de Machado, si bien es una posición que implica “incertidumbre”, lo valida el hecho de que la dirigente sigue “en el terreno”, asumiendo riesgos similares a los que exige a sus militantes y activistas.
Otras versiones no descartan que, como parte de ese intento de desplazamiento, el chavismo haya tratado de “negociar” la salida de la líder opositora del país con intervención de Estados Unidos. Hasta ahora, Machado ha descartado por completo huir de Venezuela y asegura que se mantiene “firme” en su lucha por el cambio político.
“(Machado) está apostando a su carisma personal en su planteamiento. Sin embargo, una organización clandestina no es una organización de masas, sino de cuadros, y hay precedentes históricos en Venezuela del ejercicio paralelo de participación entre lo público y lo furtivo”, resaltó el también profesor universitario.
Silencio y redefinición
“Su llamado (de Machado) a organizarse en la clandestinidad puede ser un colchón de tiempo para el silencio, en el sentido de que así se puede explicar que no pasen grandes cosas en semanas e incluso meses, en una nueva etapa en la que no hay que dar los detalles sobre sus acciones, que la nueva estrategia amerita silencio. Ello tiene un límite y podría enfrentar un descrédito por parte de la ciudadanía de pérdida de confianza al ver que sigue pasando el tiempo y no se ofrecen salidas por ningún lado”, es la lectura del consultor político Luis Peche Arteaga.
A su juicio, la desmovilización opositora hacia lo interno producto de la represión política, y que cada semana se sumen nuevos detenidos por motivos políticos, complica la situación para la también exdiputada de la Asamblea Nacional (AN) y la iniciativa de reorganización, porque la administración de Nicolás Maduro parece no querer dar tregua.
Aclaró que el chavismo no queda en una mejor posición al no lograr legitimidad interna ni externa, pero la realidad es que por ahora, admitió, nadie parece poder disputarle el poder y control a través del monopolio de la fuerza.
De acuerdo con la ONG Foro Penal, hasta el 21 de julio, cuentan 853 presos políticos, de los cuales 759 son hombres, 94 mujeres y cuatro adolescentes. De la cifra, 684 son civiles y abarca desde dirigentes políticos, activistas en regiones, disidentes del chavismo, ciudadanos comunes, defensores de derechos humanos, sindicalistas hasta periodistas, entre otros. De ellos, 69 son militares.
La fórmula del chavismo
Pasado el ciclo electoral, Miraflores usa la misma fórmula que aplicó contra otros liderazgos en el pasado como el caso del expresidente del gobierno interino, Juan Guaidó, y en general contra la oposición mayoritaria: la de intentar desplazarlos por una oposición “a la medida”.
“No es la primera vez que usa esta estrategia. Lo hizo con la Asamblea Nacional Constituyente de 2017 para desplazar al Parlamento legítimo con mayoría opositora, con la Asamblea paralela que presidió el diputado Luis Parra, y con la judicialización de los partidos políticos. Pero con el fraude electoral aún fresco en la memoria ciudadana y la baja votación obtenida por los factores que participaron el 27 de julio, es difícil que logre legitimar a esa oposición a la medida”, apunta Peche Arteaga.
De 335 alcaldías, a los factores fuera del chavismo le fueron adjudicadas 50, de las cuales Fuerza Vecinal obtuvo 11; nueve el partido del gobernador Alberto Galíndez, Vamos Vamos Cojedes, y siete Un Nuevo Tiempo (UNT), de Manuel Rosales. El resto se distribuyó entre factores dentro y fuera de la Alianza Democrática, con representación en la AN, a la que el chavismo considera “como primera fuerza opositora del país”.
Aveledo coincide en que los factores fuera del chavismo que persisten en la ruta electoral aún sin condiciones democráticas no han logrado sobrepasar los números que en comicios pasados obtuvieron las tarjetas de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y partidos políticos que integran la Plataforma Unitaria.
Tampoco, advirtió, han sido reconocidos por el colectivo como “herederos” o sucesores de la oposición mayoritaria. Considera que mantener el predominio en algunas alcaldías se debe a particularidades locales, que si bien no debe desmerecerse, no tienen proyección nacional.
“En todo caso, el llamado de estas organizaciones no es al cambio político, sino al mantenimiento del status quo nacional, incluso a cambio de cierta estabilidad local en algunos casos. Esto ha llevado a varios de sus dirigentes a ser más duros en sus críticas contra sus otrora aliados, la Plataforma Unitaria, que contra el Polo Patriótico y mantienen opiniones muy cercanas al partido gobernante en casi todos los temas cruciales de la vida nacional, guardando un silencio táctico en algunas áreas y manteniendo diferencias simbólicas en otras”, sostuvo.
Señaló que dentro de “sistemas políticos cerrados”, la “oposición” reconocida por los gobiernos, o se convierte en un “apéndice o satélite” del partido dominante, o mantiene espacios de relativa autonomía local que no se convierten en posiciones de poder nacional.
Capacidad de negociación
Dicho por el jefe de las negociaciones de Miraflores y presidente de la AN, Jorge Rodríguez, solo reconocen como “interlocutora” a esa “nueva oposición” surgida del 27 de julio. La noticia para el exjefe del comando de campaña del chavismo en los pasados comicios, según los analistas, es que no se ve en el horizonte ningún sustituto evidente del liderazgo de Machado, por lo que cualquier negociación auténtica -reconocida nacional e internacionalmente- pasa por entenderse con este sector.
¿Cómo podría el liderazgo de Machado empujar entonces una negociación con la administración de Maduro si su capacidad de organización ha sido golpeada por la acción represiva del Estado?
Aveledo responde que un “recalibramiento de la visión organizativa” de la dirigente y de la cual parece dar pistas en su mensaje audiovisual, puede llevar a esa posibilidad.
“Históricamente, los grupos que emergen de la clandestinidad empujan la negociación del statu quo frente a ellos, ya sea por una reconciliación y un reconocimiento de la justicia de su reclamo, o por el temor a una toma del poder revolucionaria (…) cualquier negociación nacional sin Machado y la Plataforma Unitaria sería difícilmente considerada como estructuralmente válida por occidente”, aseguró Aveledo.
No solo Machado sino el excandidato presidencial, Henrique Capriles, cree que EEUU -que ya negocia directamente con Miraflores – por el peso de las sanciones internacionales, sigue teniendo la posibilidad de tener una incidencia importante en nuevas negociaciones entre el gobierno y la oposición. Capriles lo limita a la liberación de los presos políticos.
De allí que Aveledo no considera un error que tanto Machado como Edmundo González sigan buscando apoyo internacional, principalmente de EEUU, para lograr una transición democrática en Venezuela. Esto, pese a que dicho respaldo siempre esté limitado, aclaró, por las peculiaridades de las coaliciones, creencias e incentivos que impone la política local de esos países.
“No es un error apostar por esos apoyos; el único error sería contar exclusivamente con ellos”, acotó el politólogo.
La politóloga Paola Molina Noguera coincide en que pretender instalar una mesa de diálogo o negociaciones sin la participación de la oposición mayoritaria, la convertiría en un “torneo” de intereses particulares y no colectivos. Subrayó que es lógico que se siga buscando el apoyo de los países para tal fin, debido al cierre de los canales internos de comunicación con Miraflores, especialmente luego del 28 de julio de 2024.