El mecanismo de Oslo es una ventana de oportunidad para la oposición venezolana en lo que parece ser uno de sus momentos más críticos, según analistas consultados.
Este proceso, auspiciado por Noruega, ofrece la posibilidad de avanzar en la reinstitucionalización del país, construir condiciones para unas elecciones competitivas y garantizar la supervivencia de las fuerzas democráticas después del 5 de enero de 2021. Pero implica hacer concesiones importantes, advierten los analistas.
“Hay que retomar el mecanismo de Oslo, no con el mismo proyecto de lograr una solución política integral sino más bien como un mecanismo que permita contrarrestar los avances autoritarios”, afirma la psicóloga social Colette Capriles.
En su opinión la oposición tiene instrumentos para hacerlo como la presión diplomática porque la mayoría de los actores internacionales abogan por una negociación. La suspensión de las sanciones sigue siendo un incentivo para Nicolás Maduro y su entorno.
La oposición cuenta además con la voluntad de cambio de los venezolanos que, aunque parezca abstracto, es un gran activo, señala Capriles: “La gente quiere cambio político y esa es la oferta que el madurismo por definición no puede hacer, ese es su gran límite, porque Maduro no puede ofrecer un futuro”.
¿Negociar qué?
La analista política responde que “ya no se negociaría la salida inmediata de Maduro del poder sino la reinstitucionalización del país para volver a un juego político que permita que la población pueda expresarse en elecciones”.
“La oposición tiene un incentivo fundamental para retomar el proceso de Oslo y es que tiene que sobrevivir, a veces creo que no está claro el peligro. La oposición tal como la conocemos está desapareciendo. Pero también tiene que negociar la supervivencia del Estado y de los venezolanos”, argumenta.
No obstante, aclara que esta ruta tiene sus riesgos, uno de ellos es que aunque el liderazgo asuma el costo político de levantar o suspender ciertas sanciones, el gobierno chavista incumpla los acuerdos.
La disposición de Maduro a negociar es una de las piedras de tranca, pues se percibe fortalecido en este momento y demuestra que “su proyecto trasciende lo ideológico y político y se trata de dominación y poder” al intervenir partidos chavistas como el Movimiento Tupamaro, agrega la analista.
“Ninguna institución sobrevive al madurismo, ni los partidos, ni los poderes públicos, ni siquiera la Asamblea Constituyente. Es muy claro el avance del autoritarismo anulando las instituciones que puedan ofrecer resistencia”, expresa.
Y advierte que “lo que viene es un vacío institucional y constitucional” si se elige una nueva Asamblea Nacional en las condiciones actuales pues significará que el chavismo retomará el control del único Poder del Estado que no manejaba.
En las últimas 72 horas, el Tribunal Supremo de Justicia intervino la directiva del Movimiento Tupamaro al igual que hizo con siete partidos más de oposición.
Mientras que el Partido Comunista de Venezuela denuncia asedio del Sebin en una de sus sedes y Patria Para Todos (PPT) afirma ser víctima de censura en canales nacionales. Todo esto por crear la “Alterantiva Popular Revolucionaria” que postulará candidatos por fuera del Psuv en las parlamentarias del 6 de diciembre.
#Alerta Informamos a la opinión pública sobre la presencia este #18Ago del SEBIN en la sede del #PCV en Puerto Cabello, alegando procedimiento de rutina.
¿Acaso se trata de una medida de intimidación del Ejecutivo Nacional y Regional? ¡Sepan que no lo lograrán! #ResistirYVencer pic.twitter.com/s4LJxlrEoQ— Partido Comunista de Venezuela CC-PCV (@PcvVenezuela) August 19, 2020
Medir fuerzas
El doctor en ciencias políticas Guillermo Tell Aveledo coincide en que el mecanismo de Oslo ofrece un margen de maniobra a la oposición en este momento.
“Tiene la ventaja de que en ese espacio la oposición tiene un lugar, lo más probable es que en la próxima Asamblea Nacional no lo tenga. Con este mecanismo tendría oportunidades para abrir una negociación, lo otro es esperar que algún milagro o algún tipo de agente distinto a los venezolanos resuelva la situación”, expone.
A su juicio, descartar esta opción es claudicar y es lo que lleva a muchos sectores sociales a una gran frustración respecto a cuál es la ruta alternativa que se plantea además de no participar en los comicios legislativos, una postura que comparte por las violaciones a la Constitución que ha significado el proceso.
Una delegación de Noruega visitó el país, en julio de este año, para intentar reiniciar las conversaciones. Sin embargo, el gobierno interino de Juan Guaidó cerró la posibilidad de reanudar el proceso y reiteró que finalizó en 2019 porque Maduro se negó a elecciones presidenciales y parlamentarias libres y justas.
“Participar en esos espacios sirve para conseguir concesiones hacia unas condiciones electorales. Estados Unidos y la Unión Europea están diciendo que hay que negociar”, sostiene.
Para que un proceso de este tipo prospere, la primera tarea urgente que debe plantearse la dirigencia política es calibrar su fuerza y evaluar con qué apoyos internos y externos cuenta; replantearse seriamente cuál es su rol y definir con sus aliados cuáles son las concesiones que puede ofrecer o poner sobre la mesa, explica Tell.
Articular apoyos
La reconfiguración de la alianza opositora con la sociedad civil es la segunda tarea clave que debe emprender la dirigencia, señala el politólogo.
“Tienen que concentrarse en la organización interna; plantearse la reorganización de los partidos opositores; reconfigurar la alianza con la sociedad civil, no en términos de que los partidos le digan a la sociedad civil qué hacer, se trata de ver qué es lo que demanda la sociedad, hay que ir a la base de los partidos para saber qué proponen”, expresa.
La consulta popular para definir la ruta de cara al 6 de diciembre parece ser el mecanismo por el que se decantará el gobierno interino. Sobre esto, Tell advierte que una consulta plebiscitaria no invita a la deliberación solo se limita a preguntarle a la gente si está de acuerdo o no, pero no permite que participe en un debate amplio.
“Si simplemente quieres el plebiscito para que te alaben eso no va a ser constructivo, solo servirá para regodearte en una determinada estrategia”, advierte.
El analista también cuestiona la tesis de la continuidad administrativa que impulsan algunos dirigentes del G4. “La idea de la continuidad administrativa es un paliativo de poca eficacia, todo gobierno en el exilio ha sido inoperante casi siempre. La legitimidad de la administración de recursos para su sostenimiento va a complicarles la existencia. Un gobierno en el exilio en un error”, declara.
La psicóloga social Colette Capriles también identifica la articulación del tejido social y político como una prioridad. “Hay una gran demanda de que la oposición muestre que tiene músculo político porque este juego no se puede seguir jugando solo en el tablero internacional donde Venezuela se convierte en una moneda de intercambio”, concluye.
Foto: republica.com