Migrantes comen en la casa de paso

Desde hace dos años funciona la casa de paso Divina Providencia en el municipio Villa del Rosario del departamento colombiano Norte de Santander, a menos de 500 metros del puente Simón Bolívar. Diariamente se les sirve desayuno y almuerzo a más de 4.000 personas en su mayoría migrantes venezolanos.

El padre José David Cañas, fue quien decidió ayudar a los miles de inmigrantes que salían de Venezuela por la frontera. Al cura le conmovió ver en el estado de desnutrición con el que llegaban muchos niños a Cúcuta. “Algunos tenían hasta cuatro días sin comer”, cuenta Jean Carlos Andrade, coordinador de la Casa de Paso.

“Estamos sirviendo más de 8.000 raciones diarias entre desayunos y almuerzos, quiere decir que por acá pasan más de 4100 personas en promedio cada día y en su gran mayoría son venezolanos”, cuenta Andrade, quien asesora jurídicamente a la diócesis de Cúcuta.

La Casa de Paso atiende a todo migrante que necesite comer, atención médica primaria y atención espiritual; prioritariamente ingresan los niños, mujeres embarazadas y adultos mayores, luego  pueden entrar los más jóvenes.  “Aquí yo recibo pacientes de alto costo, adulto mayor , niños en estado de desnutrición, muchas madres gestantes y madres con hijos y a muchas personas muy necesitadas que vienen del otro lado (San Antonio) vienen a buscar el beneficio del alimento ya que no consiguen”, contó.

El comedor es atendido por aproximadamente 40 voluntarios venezolanos y otros colaboradores católicos de Colombia. Los de Venezuela anteriormente comían allí pero decidieron prestar el servicio a sus otros compatriotas y el padre Cañas les consiguió una bonificación de 90 mil pesos mensuales más el desayuno, almuerzo y cena.

“Llegamos sirviéndole a Dios y a nuestros hermanos venezolanos”, dice José Polanco oriundo del estado Lara y residenciado hace más de seis meses en Cúcuta. “Me siento conforme con este trabajo”, aseguró el voluntario.

Caritas Internacional financió la Casa de Paso hasta el 30 de mayo del año 2018 y el Programa Mundial de Alimentación (PMA) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) con 2.000 platos al día financia la iniciativa desde junio del año pasado. El resto de las comidas son patrocinadas por organizaciones colombianas y empresarios nacionales y extranjeros. “Puede estar seguro que la comida que se le sirve aquí a los venezolanos es de calidad”, alegó el coordinador del centro de alimentación.

Muchos van a la Casa de Paso porque no tienen que comer

A las 11:30 de la mañana de este miércoles 13 de febrero, inicia la cola para entrar al centro de alimentación a almorzar. Las filas son largas, pero todos la hacen de manera ordenada, toman su ticket  e ingresan por el plato fuerte del día: arroz, caraotas, pollo o pescado y un vaso de jugo.

“Decidimos comer acá para ahorrar porque todo es muy caro y cuando uno tiene niños hay que ahorrar. Me vengo a las 11:30 y paso rápido porque estoy embarazada”, comentó Milexi Martínez de 28 años y madre de dos niños.

Martínez y su esposo trabajan como vendedores informales de verduras en las calles de La Parada, el pueblo colombiano más cercano a la frontera con Venezuela en Villa del Rosario.  “Nos ha ido más o menos porque la cosa es ruda. Quiero volver a Venezuela, nada como estar en su país. Yo era ama de casa y extraño mi hogar en Barquisimeto, a mi mamá, extraño muchas cosas, hasta mis matas”, dijo entre sollozos.

Maribel Mantilla de 59 años, oriunda de Juan Griego, estado Nueva Esparta, viene diariamente al comedor porque con lo poco que gana en su trabajo como vendedora informal no puede cubrir sus gastos alimenticios. “Vengo a comer aquí porque no tengo con qué comprar, hay veces que me tengo que quedar en la calle y ahorita donde estoy pago 20 mil pesos diarios”.

Hace dos días a Mantilla el doctor le detectó un tumor maligno y no cuenta con recursos para hacerse el tratamiento “tengo un hijo enfermo en Margarita, tiene VIH y se me está adelgazando, yo no tengo como ayudarlo”, contó la mujer.

Para ahorrar dinero y enviar más a su familia en Venezuela Geraldine Huizze, de Charallave, desayuna y almuerza en la Casa de Paso. “Cuando uno es extranjero uno viene a surgir mientras menos plata uno gaste mejor nos va”. Desde hace dos meses Huizze se encuentra en la ciudad de Cúcuta vendiendo, refrescos maltas y algunas chucherías.

Quienes trabajan en el comedor están alertas tras una amenaza recibida. “El 23 de enero no pudimos abrir porque nos dijeron que grupos del chavismo iban a tomar una acción que se reflejara de manera masiva y por eso decidimos no abrir para que no atacaran la Casa de Paso”, advirtió el coordinador.

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Fotos: Iván Reyes

Me dedico al periodismo con enfoque en derechos humanos. Hago cobertura sobre violencia en un país con pocas garantías