horizontal background woman in isolation at home for virus outbreak or hypochondria . Credit: Gaceta Médica

El mundo se enfrenta a una nueva enfermedad. Con su llegada también aparecen la incertidumbre y la ansiedad, acompañadas de múltiples interrogantes. Cualquier señal a la que antes no se le prestaba atención, ahora preocupa. ¿Cada dolor de cabeza, garganta o congestión nasal será COVID-19? ¿Dónde se difumina la barrera de lo cierto?

Fernando Jiménez, médico adjunto de Psiquiatría de enlace del Hospital Universitario de Caracas (HUC), explica que es normal sentirse preocupado porque existe una situación de amenaza real: hay un virus que va directamente contra las personas. Sin embargo, dice la preocupación por estar enfermo debe tener un basamento.

“No es mentira que te puedes enfermar, pero tiene que haber unas condiciones mínimas”, expresa. “Si estás encerrado y tienes algo de tos, la última opción es que estés contagiado del coronavirus”, añade.

Pero, ¿es posible hablar de hipocondría? Jiménez destaca que la hipocondría es la preocupación y el miedo de tener, o la idea de padecer, una enfermedad grave a partir de la mala interpretación de los síntomas o funciones corporales.

“Lo importante es que una cosa es tener una idea hipocondríaca y otra es padecer el trastorno hipocondríaco. No por tener miedo a tener la enfermedad vas a tener hipocondría. Una respuesta lógica ante una enfermedad como esta es que te preocupes”, dice.

Otro tipo de trastorno

Zulema Cendón, psiquiatra y docente del postgrado de Psiquiatría de la Universidad Central de Venezuela (UCV), explica que generalmente las personas sin trastornos apelan al razonamiento. Según Cendón, al encontrar el porqué, la personas son capaces de analizar y no “catastrofizar” la situación.

“Eventualmente todos hemos tenido cualquier manifestación física, pero otra cosa es que le demos una interpretación grave, recurrente”, señala.

La especialista del Hospital Centro de Salud Mental del Este El Peñón, en Caracas, explica que si una persona cree que tiene COVID-19, sin evidencia física o médica, puede tener un trastorno somatomorfo.

Los trastornos somatomorfos, o trastornos de síntomas somáticos, son aquellos que expresan fenómenos mentales en forma de síntomas físicos. Se pueden presentar como somatización, trastornos de dolor persistente o hipocondría.

La experta afirma que es muy poco probable que estos trastornos aparezcan en personas de más de 30 años que nunca han padecido estas preocupaciones de manera sostenida.

En el caso de COVID-19, Cendón explica que por lo general las personas que pueden llegar a pensar que tienen la enfermedad, sin evidencias, son aquellas que ya tienen antecedentes con alguno de estos trastornos, y su situación ya “no cae dentro de lo normal”.

Tanto Cendón como Jiménez coinciden en que estas personas tienen unas características específicas, como una estructura de personalidad más proclive, o un trastorno previo en sí. El contexto familiar, la edad, y el significado que pueda tener la enfermedad son los factores que influyen.

“Una persona que piense que tiene COVID-19 sin evidencias de haber estado expuesto o médicas que le confirmen el diagnóstico, aunque las tenga va a seguir pensado que padece la enfermedad. Esa es una situación que es un trastorno mental y requiere tratamiento por parte de un psiquiatra”, dice Cendón.

Diferenciar

Ambos psiquiatras destacan que es fundamental diferenciar entre la somatización y la hipocondría. “La somatización se refiere a las quejas de molestias que el paciente tiene en su cuerpo, físicas, pero que no se pueden atribuir a cualquier enfermedad somática. En cambio la hipocondría estamos hablando de que generalmente el paciente cree tener más de una o dos enfermedades”, expone Cendón.

Fernando Jiménez, psiquiatra del HUC, expresa que también deben diferenciarse del trastorno facticio, caracterizado por la aparición de síntomas producidos “deliberadamente” por el paciente para recibir atención médica. Igualmente deben distinguirse de la simulación: cuando la persona dice que tiene unos síntomas por la existencia de un incentivo externo.

Cendón añade que los trastornos deben tener un mínimo de tiempo, unos seis meses en el caso de la hipocondría. En época de COVID-19, dice que aún no se puede decir que la enfermedad ha desencadenado alguno de esos trastornos. No obstante, los expertos sí pueden inferir que personas con antecedentes pueden hacer somatizaciones y que para los hipocondríacos puede convertirse en una enfermedad más de su lista.

“Personas que tengan ya este sustrato, esas características previas que desde antes tienen múltiples quejas, o vienen diciendo que tienen una enfermedad y van al médico y nunca les han dado diagnóstico, están en un escenario de mayor probabilidad de manifestar este tipo de quejas o inclusive llegar a decir que tienen la enfermedad”, expone la psiquiatra.

Indica que en estos casos es muy poco probable que el propio paciente lo pueda reconocer. Serán las personas de su entorno, familias o parejas, quienes identifiquen que la persona está manifestando o somatizando. Esas situaciones pueden requerir terapia para disminuir la frecuencia, intensidad y magnitud de cada molestia.

Respuestas psicológicas

Fernando Jiménez, quien fue jefe de emergencias en el psiquiátrico El Peñón, señala que la pandemia se refleja en el ámbito de la psicología a través de pensamientos, comportamientos y respuestas emocionales.

Según Jiménez y Cendón, en época de pandemia es común sentir ansiedad, insomnio, apatía o irritación, retraimiento, tristeza, taquicardia, sudoración, tensión muscular, sensaciones de ahogo y dolores en cualquier parte del cuerpo. Otras manifestaciones pueden ser angustia, inquietud, enojo, cansancio, desorganización, aburrimiento, ambivalencia y sentimiento de soledad.

Jiménez destaca que ante situaciones de amenaza, el cuerpo humano se activa y adapta para mantenerse alerta. Añade que mientras la amenaza disminuya, el cuerpo bajará poco a poco el nivel de activación.

Cendón, por su parte, explica que la ansiedad en sí no tiene que ser mala, pues es una respuesta normal y adaptativa de la cual todos los seres humanos están provistos.

“El problema está cuando nos desborda, cuando es mucho más intensa de cómo podemos resolverla y cómo hemos aprendido a resolver situaciones de estrés. En vez de ayudarnos, nos paraliza y aumenta nuestro miedo, por lo cual nuestras respuestas no van a ser efectivas para que no nos enfermemos ya como un cuadro clínico establecido de ansiedad y cualquier otra consecuencia que pueda traer, como por ejemplo la somatización”, explica la jefa del hospitalización de mujeres del hospital El Peñón.

De acuerdo con Cendón, las personas que tienen dificultad para reconocer, definir y conectarse con sus emociones, pueden llegar a expresarlas con sensaciones somáticas. Expresa que, por ejemplo, los pacientes con colon irritable cursan con más frecuencia problemas de somatización cuando están ante un estrés mayor.

¿Qué hacer?

Fernando Jiménez explica que, al igual que el nuevo coronavirus, algunos aspectos psicológicos de la pandemia pueden incubarse y alimentarse de la incertidumbre y la desinformación. Finalmente pueden llegar a dominar los recursos de afrontamiento de cada persona.

Para Cendón, uno de los riesgos durante la pandemia es que se potencien cuadros previos de ansiedad que posteriormente pueden convertirse en depresión. La pandemia puede generar la reactivación o agudización de patologías en el futuro e incluso generar estrés postraumático.

Ambos psiquiatras ofrecen una serie de consejos:

1️⃣  Evitar sobreinformación y desinformación

Una de las claves es estar informado pero no sobreinformado ni desinformado: “Hora y media diaria de noticias es un exceso”, dice Jiménez. Recomienda leer noticias en sitios confiables y certificados. También se deben mantener ls medidas de prevención.

2️⃣  No catastrofizar

Cendón recomienda no “catastrofizar” ni pensar que es el fin del mundo. Ver el COVID-19 como lo que realmente es. Ser objetivos y entender que no todo el que se enferme de COVID-19 se va a morir. Jiménez llama a mantener la serenidad.

3️⃣  Diseñar un plan de manejo de la situación

Identificar qué cosas estresan y generan una respuesta ansiosa, y luego tomar previsiones, en la medida de lo posible. “Pensar en qué medida voy a hacer cosas que disminuyan mis preocupaciones mientras dure la cuarentena. Por ejemplo en la parte financiera, si tomo previsiones para tener un ingreso o ahorro, es un problema y una presión menos, y la probabilidad de ansiedad es menor”, subraya Cendón.

4️⃣  Mantener rutinas en el hogar

Atender el aseo personal, cambiarse de ropa, continuar horarios de comida y distribuir bien el tiempo son recomendaciones. Respetar horas de teletrabajo y ayudar en labores domésticas también se aconsejan.

“Disminuir la ansiedad del COVID-19 es manejar bien el tiempo y todas las actividades que realizamos. Mientras estemos ocupados no estamos preocupados. Mientras estemos ocupados vamos a tener menos probabilidades de estar pensando en COVID-19 y si nos estamos enfermando o no”, enfatiza Cendón.

5️⃣  Atender de manera preventiva la salud mental

La psiquiatra Zulema Cendón señala que cuando las personas han padecido previamente un trastorno mental tienen mayor probabilidad de tener crisis de ansiedad en cuarentena. Estas crisis pudieran llevarlos a nuevos episodios de esos trastornos, ya sea hipocondría, dolor persistente o somatizaciones.

“El problema no es solo lo que estés presentando al momento, sino que todas estas patologías se van a reactivar, agudizar o pudieran aparecer como consecuencia de la situación actual y pudieran presentarse enfermedades mentales en el futuro”, agrega.

De la ansiedad a la enfermedad: respuestas psicológicas y salud mental en pandemia

Cuando el COVID-19 es real

¿Cómo puede reaccionar una persona ante el diagnóstico de COVID-19? Según Zulema Cendón, las personas sin patologías previas deben analizar la enfermedad de manera objetiva.

“Si no tienes patologías de base, tienes que verlo como un factor hasta de protección. Significa que si tienes COVID-19 y guardas las medidas necesarias, te puedes recuperar espontáneamente como cualquier grupo. Saber eso te permite controlar y analizar qué es lo verdadero y lo subjetivo. Lo subjetivo es aquello a lo que yo le temo y que creo que es verdad”, dice Cendón.

Al tener COVID-19, es fundamental dejar de ver noticias sobre la enfermedad y mantener las medidas de aislamiento requeridas y seguir las indicaciones de los médicos. Saber que la persona contagiada no será un factor de diseminación de la enfermedad le dará tranquilidad, apunta la profesora de la UCV.

De acuerdo con Cendón, aquellos que no reaccionan de manera objetiva se llenan de miedo y de pensamientos negativos. Así, recomienda atención en salud mental a las personas con trastornos preexistentes, pues es posible que necesiten medicación.

“Las personas con depresión o trastornos de ansiedad previos es preferible que reciban una atención preventiva con su psiquiatra o psicólogo en caso de tener un tratante de este tipo”, apunta.

Prevenir recaídas de patologías previas o la intensificación de las que tenga será clave para que en el futuro no haya cuadros depresivos crónicos, trastornos de ansiedad generalizada, ataques de pánico o estrés postraumático.