Isabel regresó a la Maternidad Santa Ana con su bebé en brazos el 14 de abril. Casi se cumplía un mes de la cuarentena en Venezuela, decretada por la administración de Nicolás Maduro para evitar la propagación del COVID-19 en el país.
Estaba junto a su tía, Felicia Paredes, esperando sentada en la acera frente al centro asistencial que es una dependencia del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss).
Leonardo Emmanuel estaba envuelto en una manta blanca. Isabel Farías, una joven de 24 años de edad, fue intervenida en la Santa Ana, donde el 31 de marzo le practicaron una cesárea.
El lugar no había cambiado mucho durante la pandemia en lo que se refiera a la atención a parturientas y sus allegados. Las visitas no son permitidas y esposos, abuelas, mamás, tías, primos y demás parientes de las embarazadas deben esperar afuera. Además, estar atentos a los llamados del personal de seguridad para cuando les pidan comprar medicinas, insumos o alimentos para las decenas de madres que a diario atienden esta maternidad.
Isabel estuvo una semana hospitalizada después de la cesárea. Su tía Felicia dijo que el bebé nació con una pequeña infección. Los exámenes de laboratorio, de la mamá y el recién nacido, debieron realizarse en laboratorios cercanos. También la familia suministró los antibióticos y los analgésicos para calmar el dolor de Isabel, que es madre soltera.
De Montalbán llegó en autobús ese 14 de abril y esperaba ser atendida en horas de la tarde para que le retiraran los puntos que dejó la cesárea en su vientre. Llegó a las 9:00 de la mañana y debía estar con el bebé allí en la calle, mientras llegaba el turno para que la atendieran en horas del mediodía.
A Leonardo Emmanuel lo conocieron su abuela y su tía abuela por una foto de Whatsapp que les envió Isabel, cuando pudo ya tener al niño en sus brazos y recuperarse de la intervención quirúrgica.

Entre el 6 y el 13 de abril nacieron 122 niños en la Maternidad Santa Ana. Las visitas eran permitidas entre las 4:00 y 5:00 de la tarde, pero desde la detección de los primeros casos de COVID-19, el 13 de marzo, quedaron suspendidas.
Escasez de personal
La Santa Ana es manejada con mano de hierro por su directora, María Isabel Marczuck, quien lleva más de cinco años al frente de esta maternidad.
En Venezuela los datos oficiales son escasos. Los últimos números sobre la mortalidad materna e infantil que se conocen son del año 2016. Hace cuatro años los dos indicadores se dispararon. El primero en 65 % y el segundo 30 %, solo en un año.
En ese entonces, el boletín epidemiológico registró los casos del año 2015. El documento señalaba que ese año se registraron 11.466 muertes, 30,12% más que en 2015, cuando hubo 8.812 decesos.
El reportaje de Efecto Cocuyo, “Parir y nacer en la Venezuela del hambre”, deja en evidencia la precaria situación que viven las embarazadas en el país, la vulnerabilidad con la que viven y la dificultad de acceso a la información.
Un doctor que fue jefe de la Unidad de Histeroscopia y Cirugía Endoscópica Ginecológica de la Santa Ana hasta 2015 dijo a Efecto Cocuyo que hasta 2013 esta era una de las mejores maternidades en la capital del país.

Además formaban a residentes y especialistas de otras ciudades del país. Pero cuando decidió renunciar hace casi cinco años, ya se habían ido al menos 60 médicos especialistas.
“La plantilla era de siete a ocho especialistas por guardia. Ahora son dos máximo por guardia . No quedan casi anestesiólogos”, dijo.
El obstetra definió con duras palabras lo que hoy vive este centro asistencial: “La maternidad se convirtió en un paridero. Muy mala gestión y con pocos insumos, igual que todo el sistema de salud. Muchas infecciones, muertes neonatales. Falta de personal capacitado y el postgrado, por el piso”.
Antibióticos y analgésicos por cuenta de la familia
Elizabeth España es una mujer fuerte. Tiene 52 años y es morena. Con un tapabocas artesanal esperaba el lunes 13 de abril a las puertas de la maternidad. Cuando fue abordada preguntó si el equipo de Efecto Cocuyo era uno de los “medios escuálidos”.
Sin un bolígrafo a la mano, el periodista accedió a prestarle el suyo para que su hijo anotara unos datos en un sobre. Es apenas un adolescente de larga cabellera y blanco. Se le veía ansioso, llevaba apenas 24 horas de haberse convertido en padre, en la Venezuela del coronavirus.
España se hizo abuela el domingo en horas de la mañana. Por una amiga dentro de la maternidad pudo conocer a su nieto.
“A la muchacha (sí una jovencita de 18 años) se le subió la tensión, eso que llaman preeclampsia. La trajimos el sábado. Tenemos dos días aquí. Dio a luz un niño sano, normal. A ella la dejaron en observación, pero ya está en una habitación”, dijo.
A quienes deben dormir en las afueras de la maternidad los hacen pasar a las 8:00 de la noche al lugar. Pueden estar en un área de espera hasta el día siguiente a las 5:00 de la mañana cuando deben retirarse a esperar de nuevo en la calle, donde el alboroto para surtir gasolina se ve a unos metros de la Santa Ana, en la avenida Cecilio Acosta de San Bernardino.

De Barlovento a parir en Caracas
En la estación de servicio Anauco, como en otras 23 estaciones de servicio de Caracas, aplican desde el lunes 13 de abril el plan pico y placa. Al menos cinco avenidas y calles de esta parroquia caraqueña se llenan de vehículos y el acceso por la Cecilio Acosta está cerrado, un inconveniente más para parturientas y sus familiares que acuden a la Santa Ana desde diferentes zonas de la capital y desde rincones no tan cercanos como Barlovento.
Felipe Machado y su esposa de 29 años engrosaron la dramática estadística del ruleteo. Ir de un hospital a otro para que la joven pudiera dar a luz.
Afortunadamente tan solo fue de un centro asistencial a otro. La diferencia es que debieron rodar unos 30 kilómetros, desde Barlovento en el oeste del estado Miranda hasta el norte de Caracas.
En medio de la pandemia del coronavirus, el hospital de Barlovento al que acudieron no podía atender a la embarazada. Les entregaron un informe y la remitieron a la Maternidad Santa Ana. Madrugaron, pasaron más de cinco alcabalas donde mostraron los papeles y a pesar de la escasez de combustible, llegaron al centro asistencial a las 7:00 de la mañana.
Son las 2:00 de la tarde y aún esperan por respuesta del personal. Por precaución trajeron agua y jugo, pero “no nos han pedido nada hasta el momento”, contó Felipe.
En cambio a la señora Elizabeth sí le pidieron, como a Isabel. Ella debió llevar las pastillas para la tensión y diclofenac para calmar el dolor, que su yerna de 18 años necesitaba. Los compraron en farmacias cercanas, de esas que abundan en San Bernardino, el lugar con más clínicas por metros cuadrados de Caracas.
¿Parto humanizado?
“La atención integral a las mujeres embarazadas ha sido una prioridad para el Estado, sin embargo es necesaria una evaluación de los programas (…) para la rectificación de los puntos críticos”, admitía el Estado venezolano en el informe que hizo para el Examen Periódico Universal (EPU) de Naciones Unidas en 2016. Al año siguiente, solo 19,2% de las embarazadas más pobres recibieron control prenatal desde el primer mes, de acuerdo con resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (Encovi) a cargo de tres de las universidades más importantes del país.
La administración de Nicolás Maduro se ufana del programa Parto Humanizado, que se lanzó en el 11 de julio de 2017 con la finalidad de “combatir el mercantilismo del nacimiento; disminuir las cesáreas, dar paso al parto natural para traer niños y niñas de la Patria en armonía con sus madres y el entorno, lo que reivindica el derecho de la mujer a decidir cómo sobrellevar el proceso de embarazo, alumbramiento y post parto”.
En la Maternidad Santa Ana, según datos de Venezolana de Televisión, nacían 40 bebés al día a través de este plan. Las cifras corresponden a julio de 2019. Más allá se desconoce el promedio mensual de partos en esta maternidad.
Maduro que el 4 de marzo pasado, 9 días antes de que el país entrara en estado de alarma, mandó a las venezolanas “a parir 6 hijos” tras una visita a un centro médico, donde se alababa el Parto Humanizado.
“¡A parir, pues, a parir! Todas las mujeres a tener seis hijos, todas. Que crezca la patria”, dijo el mandatario.