Una de cada seis mujeres que mueren de cáncer en Venezuela, lo hacen por cáncer de mamas. Es el segundo tipo de cáncer más frecuente a nivel mundial y, en nuestro país, la incidencia aumentó de 1.560 casos en 1990 a 4.073 casos en 2010, de acuerdo a las últimas cifras públicas.Y la situación del país agrava este panorama. El diputado José Manuel Olivares, presidente de la subcomisión de Salud de la Asamblea Nacional, aseguró que el 90% de los mamógrafos del país están defectuosos y la escasez de fármacos para quimioterapias llega a 70%.Este es, por ejemplo, el caso de Nailet López, quien cesó sus quimioterapias hace cuatro años y ha pasado los últimos 12 meses sufriendo para conseguir tamoxifeno, un modulador selectivo de los receptores de estrógeno, que debe tomar durante 5 años.Hasta octubre del año pasado, para conseguirla le bastaba con visitar el Instituto Venezolano de Seguros Sociales de Barquisimeto, ciudad donde habita. Desde esa fecha ha tenido que resolver “por los caminos verdes“, que incluso han incluido que su hermano, residente en Estados Unidos, le mande el medicamento.Para la mujer, fue primordial el examen temprano, ya que le ayudó a salir airosa de la enfermedad, aunque en primer lugar nada estaba claro. “En junio 2012 me hice una mamografía y me salió una lesión pequeña, pero la biopsia salió negativa. La repetí en febrero y esa sí salió positiva; ahí comencé mi caminada en esta cuestión”.Un hito de ese camino fue su operación, que ocurrió el 22 de noviembre de ese año, luego de 8 sesiones de quimioterapia. Para eso fue primordial contar con su familia, en especial sus tres hijos, de 35, 34 y 18 años. “Me apoyaron siempre. Mi esposo igual. No me puedo quejar de mi familia”.La mejor recomendación que da la sobreviviente es la prevención. “Da mucho miedo acercarse, enfrentar el miedo, pero hay que hacerlo. Con miedo no llegas nada. Hay que dejar el miedo y seguir adelante”.A Yudeima Sotillo, periodista, lo que le costó conseguir no fue algún medicamento: fue un cáteter. La primera vez que sufrió la enfermedad fue en 2012, pero en 2015 volvió y entre tantos tratamientos, sus venas no respondían fácilmente. Buscó el cáteter en todos lados, incluido el Instituto Venezolano de Seguros Sociales, pero sin éxito. Traerlo del exterior era muy costoso y no podía permitírselo.Finalmente consiguió uno en Caracas, en la Clínica Metropolitana, pero que no podía costear. “Me toco hacer una colecta con todos mis familiares para poder pagarlo”, recuerda.En la recaída, tuvo que pasar por seis ciclos de quimioterapia; la primera vez fueron ocho “quimios” y 32 radioterapias. Ahora le preocupa la cantidad de mujeres diagnosticadas. “Cuando voy a la consulta, cada vez veo más mujeres y más jóvenes. Hace falta una campaña desde el colegio, desde bachillerato“.Contó que últimamente ha visto mujeres de 22 y 24 años diagnosticadas con la enfermedad, por lo que considera que incentivar la prevención desde edades tempranas es vital. Sin embargo, admite que la situación país lo dificulta. Hacerse una mamografía en un hospital público es difícil dado las condiciones de éstos, y en un centro de salud privado es sumamente costosa. “La última me la hice el año pasado y me costó Bs 21.000”. Es decir, casi un sueldo mínimo.Para Sotillo, esto fue una dura prueba pero terminó por convertirla en alguien más fuerte. “Siempre le he dado las gracias a Dios a diario, pero ahora valoro más las cosas, los detalles. He enseñado a mis hijos a ser más independientes, porque aprendí que podemos estar un momento y luego no. Ahora soy más fuerte que antes”.Foto: starmedia.com]]>

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