En el llano, el trabajo en el campo comienza con el amanecer. A las 5 de la mañana suena la alarma del reloj y Bernardo Carpio, junto a su padre, se levanta puntual para ir al sembradío de cebollas, donde los espera la jornada de campo.
Pero primero buscan a los hombres con los que trabajarán la tierra. Con un camión Ford 350, recorren los sectores de Barbacoas, al sur del estado Aragua, para recoger en sus casas a los 10 jornaleros.
Uno de ellos es Héctor Hernández, quien, al igual que los Carpio, madrugó para iniciar sus labores en el campo. Su esposa le entrega un termo de agua y lo despide con un beso atado a un abrazo. Él se monta en la parte trasera del vehículo y saluda con una sonrisa a sus compañeros.
A todos les espera una jornada extensa que culmina cuando ya cuando el Sol se oculta en el horizonte.
Todos cumplen una función distinta orientada a cosechar esta hortaliza. Sin preámbulos, hacen saber que este trabajo no es para personas flojas. Al contrario, se debe tener amor por la tierra y valorar la agricultura.
Para las 7:00 am, cuando el camión llega con los trabajadores, ya se sienten los rayos del Astro Rey, que se luce con más fuerza a partir de las 11 de la mañana. Muchos llevan gorras o franelas que transforman en capuchas para protegerse.
El terreno es una fotografía vivida. De película. Verde y avasallante. Las tierras están rodeadas por árboles de mango al horizonte. Es pintoresco y, pese al calor, da una sensación de calma.
“Este es el cebollar”, lo presenta Bernardo. El joven, de 20 años de edad, es uno de los encargados del equipo que cultivará las cebollas. Es su primera experiencia como jefe. Sin embargo, fue adiestrado por su padre, que es el encargado del sembradío. Aprendió de primera mano de los obreros y su padre el arte de la agricultura.
Bernardo conoce bien cuál es el proceso para sembrar cebollas, una de las hortalizas más consumidas en el mundo y que no falta en la cocina.
Los semilleros
La siembra de cebollas tiene un proceso complejo. A diferencia de otras hortalizas o frutos, esta se debe sembrar primero en un semillero. Una vez germinada, se trasplanta a la tierra donde próximamente se dará la cosecha.
Héctor Hernández explica que, para crear los semilleros, primero se rastrea el terreno con una máquina de arado anclada a un tractor. Eso permite que el terreno sea más fértil y que la semilla germine más rápido.
Una vez la tierra es arada, los agricultores levantan los canteros, que son superficies planas o curveadas de tierra, formadas entre dos surcos. Estos son usados por los trabajadores del campo para echar las semillas.
Un mes después de que se haya hecho el trabajo en los semilleros y las semillas de cebollas hayan germinado, trasplantan el bulbo a las tierras donde se dará la cosecha.
El trasplante
“Para que germinen debe pasar al menos un mes. Las plantas de cebollas son llevadas al lugar de trasplante, o sea a las llamadas pocetas, donde después de tres meses se da la cebolla”, explica Hernández.
“Primero se rastrea con un tractor y una rastra la tierra donde se llevarán las semillas germinadas, hasta que la tierra de punto, o sea que esté suave, sin terrones”, dice Bernardo.
Posteriormente del trabajo de la tierra los obreros deben preparar los surcos, estos son canales que se crean para que el agua y el abono fluyan por toda la siembra, para facilitar el regado de las plantas. Al terminarlos, con una escardilla, los trabajadores realizan las llamadas pocetas, que es la unión de los canales de agua para que esta recorra todo el cebollar.
Generalmente la cosecha de la cebollas pueden durar entre 80 a 120 días.
Para que estos procesos funcionen de manera óptima, lo primero que se realiza es un regado abundante de agua para que la tierra se convierta en fango y que la planta pueda ser sembrada con facilidad.
“Agua y sol. Las cebollas deben regarse al menos una vez a la semana, depende de la cantidad de cebollas sembradas, hasta que se haga el bordeo de la cebolla”, explica el joven agricultor.
Además del regado, mientras la cebolla fue sembrada, los trabajadores del campo le aplican urea, un fertilizante químico nitrogenado que ayuda a que la hortaliza crezca fuerte y sana.
“También se le coloca abono para que la planta crezca más rápido; el abono se le pone una sola vez durante el trascurso de la siembra, mientras que la urea se le aplica con frecuencia diluida en agua”, detalla Héctor Hernández, mientras abre las canales del cebollar.
El bordeo
Uno de los últimos procesos para la siembra y cosecha de las cebollas es el bordeo, que es una técnica que se utiliza para arrancar la hortaliza de la tierra.
“En este proceso se arranca la cebolla y se deja a un lado de la plancha (tierra) para que lleve sol por tres días. Este proceso hace que la hortaliza se seque y no se pudra. También ayuda a que la cebolla crezca un poco más”, cuenta Bernardo, a la vez que supervisa las cebollas bordeadas.
El bordeo de las cebollas dura tres días. Después de esta técnica, se realiza el ensaque, que consiste en cosechar las hortalizas en un saco y posteriormente son llevadas a una zaranda, que es un instrumento para clasificar y limpiar las cebollas.
“Se le quita la tierra y se mete el saco. Las cebollas se seleccionan entre pequeñas, medianas y grandes”, añade Bernardo.
Una vez se cumplen todos estos procesos la cebolla está lista para ser distribuidas en los distintos mercados del país.
“En la mayoría de los casos los compradores llegan a los campos a pedir el producto, para luego ser llevado a los mercados mayoristas”, concluye el joven agricultor, mientras amarra un saco de cebollas para ser llevado a los camiones.