Credit: Mairet Chourio

La presencia de un árbol en algún lugar es un recordatorio constante de que existen otras formas de vida en nuestro planeta. Los árboles son milenarios, dan sombra y frutos, son frondosos y fundamentales para el desarrollo del ser humano en la tierra.

“Tenemos que dejar de ver a los árboles como un estorbo”, con esta contundente frase el biólogo Carlos Peláez, director de la ONG Provita, hace un llamado a la ciudadanía a abocarse al cuidado y conservación de los árboles en el país.

A propósito de la conmemoración del día del árbol en Venezuela, el próximo 30 de mayo, Peláez explica en una conversación telefónica con el equipo de Solaz, que los arboles permiten a los ciudadanos conectarse con otras formas de vida y son importantes para los habitantes de las ciudades porque los citadinos suelen crecer en ambientes hostiles, rodeados de humanos, carros y cemento.

“Desde el punto de vista sociológico es importantísimo que haya árboles en una ciudad para que la gente crezca con el concepto del otro, del diferente, de la forma de vida que es diferente a ti”, dice el biólogo egresado de la Universidad Simón Bolívar (USB).

Para entender este lazo que une a las personas con los árboles y bosques Peláez señala que el ser humano de manera evolutiva es una especie que antes de ser citadina, agrícola y cazadora, era hace millones de año de evolución, una forma de vida arborícola.

El biólogo sostiene que los árboles, las selvas, el bosque y las junglas tienen un significado que está muy arraigado en la psique más primitiva del ser humano y esta nos hace sentir como en casa.

Es por eso que la vegetación en las grandes ciudades es un factor de calma que está estudiado psicológicamente y es importante para el bienestar de las personas que viven en lugares con poca vegetación, según refiere el experto.

“Un bosque urbano, una arborización de la ciudad es algo que hace sentir a ese primate primigenio mucho más a gusto, muchos más en casa, mucho más relajado que en un ambiente tan hostil que no tiene vegetación, entonces eticológicamente tener arboles a nuestro alrededor es muy importante”, dice representante de Provita.

 

Los árboles y la socialización

Aunque no haya un estudio que lo sustente, Peláez insiste en que la deforestación en muchas ciudades y pueblos del país ha roto la socialización y el esparcimiento de las personas. Un ejemplo claro es el de la ciudad de Maracaibo, que para el año 2011 tenía un déficit de 3 millones de árboles.

Peláez explica que Maracaibo al ser una ciudad tan calurosa sus habitantes evitan salir en las tardes o mediodías por las altas temperaturas, pero esto no pasara si la ciudad estuviera llena de árboles que den sombra a los lugares de esparcimiento.

“Cómo va a salir la gente a hacer diligencias si lo que hay es una pepa de sol sobre el concreto (…) La gente aquí no está acostumbrada a ver el calor como un problema social, pero sí lo es. Y lo es cuando la gente no quiere salir a la calle, cuando la gente se esconde en su casa, cuando la gente llega sucia al trabajo, cuando la gente no quiere tomar una bicicleta y necesita tener un carro a juro para transportarse al trabajo.”, explica el representante de Provita, una organización que trabaja por la conservación de la biodiversidad.

Eso mismo que ocurre en Maracaibo está pasando en otros pueblos y ciudades del país que, para expandir estacionamientos, crear edificios o comercios talan arboles porque sienten que estorban.

Hay una diferencia enorme contra todo el resto de la ciudad que se puede ver en el paseo que va desde la Basílica de (Maracaibo) hasta una plaza que creó Manuel Rosales (exgobernador del Zulia), que está muy bien arborizada. La ciudad está muerta todo el día y pasa los días muerta, en cambio en ese paseo hay actividad, hay gente”, explica.

Las ciudades tropicales como las nuestras suelen registrar temperaturas inclementes, por esta razón la arborización técnica es muy importante para ayudar a reducir el efecto de la radicación en nuestro habitad.

Otro ejemplo sobre el impacto de la tala indiscriminada en la socialización ocurre en Boca del Río, en esa ciudad se encuentran las instalaciones de Provita y Peláez cuenta que cerca de su lugar de trabajo quedan los dos últimos guayacanes del pueblo.

Aunque anteriormente era un pueblo donde la gente hacia vida social todo el día en la calle, ahora las personas se van a sus casas temprano porque hace demasiado calor.

 “Han talado los árboles para expandir los estacionamientos, porque le da fastidio recoger las hojas u otras razones. Lo que pasó es que el pueblo perdió su vida social y eso ha tenido un impacto grandísimo sobre la microsociedad de ese pueblo, muchos no se conocen, la gente habla menos, hay inseguridad, y aunque no tengo los datos en la mano para decir que esto es consecuencia de la tala de árboles, el bajón de la actividad social es bastante claro, porque antes en ese pueblo y en todos los pueblos de Venezuela la vida social era en la calle, bajo la sombra de los árboles”, dice.

El biólogo sostiene que para un país como Venezuela, que tiene tanta radiación solar y que hace tanto calor, incluso en Caracas, que es una de las ciudades con mejor clima del país, las matas frondosas son importantes para el desarrollo de la vida en la ciudad, pues permiten que la ciudad se dinamice.

Foto: Mairet Chourio

¿Por qué la ciudad debe estar arborizada?

En primer lugar, hay que dejar claro que los árboles no simplemente dan sombra, sino que cumplen una función para ayudar a reducir los efectos de las altas temperaturas en los climas tropicales como los de nuestras ciudades.

“Lo único que salva a las ciudades tropicales de ser un infierno es que tengan vegetación, entonces es una idea que tenemos que promover”, alega el experto en biología.

Señala que la radiación solar se convierte en calor cuando toca una superficie opaca, por ejemplo, el concreto o el asfalto. “El calor que uno siente en la ciudad no es porque tienes el sol encima, es porque el concreto está caliente e irradia el calor desde abajo”.

Pero los árboles evitan que esto que dice Peláez ocurra, ya que interceptan la luz solar y la convierten en energía química para todos sus procesos, empezando por la fotosíntesis.

“Evitan que esa energía se convierta en calor, cosa que no hace un techo, entonces las ciudades que están arborizada tienen mucha menor temperatura porque la radiación solar no se convierte en calor y no irradia; ese calor se elimina del sistema, por eso es que es tan importante el árbol para la ciudad”, sentencia.

El experto comenta que en el país se ha arborizado pero lo más común ha sido eliminar los arboles y colocar cemento. Además, indica, cuando se ha aplicado algún plan se ha hecho con las especies inadecuadas, y esto hace que lamentablemente la gente vea a los arboles en las ciudades como un problema.

Una de las especies que no son aptas para plantar en las ciudades son los Nin ya que genera un problema para la fauna local; el árbol de mango y los jabillos porque levantan las aceras. “El problema es la escogencia de la especie, no del árbol”, dice.

Arborizar una ciudad no es tan difícil, Peláez asegura que hay una lista de especies para plantar en las ciudades tropicales como las de Venezuela que generan pocos problemas en las capitales y que muchas son autóctonas.

Las especies que recomienda el representante de Provita son el urape, los araguaneyes, los apamates, los semerucos, incluso propone que se puede hacer un paisajismo con las plantas de palma que, aunque no es una especie que puede dar muchísima sombra, unidas en un palmento pueden crear un ambiente fresco y generan poca basura.

“En la medida que nosotros podamos meter a la biodiversidad dentro de la ciudad vamos a estar mucho mejor identificados ciudad y eso se hace con árboles”, añade Peláez.

Conservar los bosques

 

Venezuela es un país repleto de bosques y hay que conservarlos. Peláez explica que los bosques además de evitar que la radiación solar se convierta en calor, son importante porque retiran los gases de efecto invernadero de la atmosfera y esto los hace doblemente importantes cuando se habla del cambio climático.

“Los bosques son un sumidero de gases de efecto invernadero lo cual reduce la capacidad calórica de la atmosfera, entonces los bosques atacan el cambio climático por dos vertientes y Venezuela es un país absolutamente boscoso”, dice el también activista por los derechos de la naturaleza.

En el país existen diversos tipos de boques como los verdes, los secos, los de galería, los bosques amazónicos, los inundables y los tepuyanos.

Asevera que nuestra diversidad habita principalmente en los bosques y que sin ellos nos quedaríamos sin los servicios ambientales que ofrecen:, uno es el climático. Sin estos espacios verdes nos quedamos sin biodiversidad.

Además de ayudar a reducir las altas temperaturas, son importantes porque gracias a ellos en el país hay agua dulce, ya que las cuencas hidrográficas producen agua solo cuando tienen bosque, es por eso que los parques nacionales han sido declarados así para proteger las fuentes de agua.

“Sin bosques en el trópico no hay agua, agua dulce”, enfatiza Peláez.

El biólogo de la USB señala que entre 50 y 70% de la energía eléctrica, dependiendo de la década y de la época, viene de fuentes hidroeléctricas, de manera que, sin bosques te quedas sin agua, pero también sin electricidad.

“La relación de los venezolanos con los bosques tiene que cambiar radicalmente, nosotros tenemos que dejar de ver a los árboles como un estorbo y empezar a entender el papel tan importante que cumplen en nuestra sociedad”, recalca.

Para Peláez es necesario que el ciudadano entienda lo importante que es el tema ambiental y que lo consideren un tema de derechos humanos, porque de allí radica el derecho al agua, a la energía, a un ambiente sano y a la salud.

“Conservar los árboles, defenderlos y promover las reforestaciones con criterios técnicos es muy literalmente hacer país, es construir una sociedad justa y construir una sociedad próspera, sobre todo en el trópico”, espetó.

Foto: Mairet Chourio

Me dedico al periodismo con enfoque en derechos humanos. Hago cobertura sobre violencia en un país con pocas garantías