Venezuela no necesita de golpes de Estado, o insurrecciones militares como las de 1992 que luego sirvieron de trampolín para que Hugo Chávez llegara al poder. El país necesita con urgencia dejar de pensar en soluciones tipo sopa Maggy, para enrumbarse definitivamente en una vía de progreso, con inclusión social y crecimiento económico, a mi parecer muy similar al proceso uruguayo.

Tanto Tabaré Vásquez como Pepe Mujica han logrado cambios estructurales de impacto social muy importantes para el Uruguay, es innegable que este pequeño país suramericano ha logrado una estabilidad económica y política gracias al equilibrio que ha imprimido el Frente Amplio.

Uruguay es hoy un país productivo, con servicios públicos eficientes, con un sistema de educación pública de calidad y con niveles altos de seguridad ciudadana.

No quiero tocar el tema Chile, porque se sabe que es una de las naciones de Latinoamérica con mayores niveles de desigualdad social, donde una quinta parte de la población tiene ingresos que supera con creces a los ingresos de todo el resto de la población junta. Donde aún se pelea por una educación pública universal, gratuita y de calidad, y donde las prestaciones sociales y las jubilaciones se cotizan en la bolsa.

Sin embargo, Chile es un país donde se produce prácticamente todo lo que se come, desde exquisitas frutas hasta proteínas como el pollo, la leche y los huevos, donde a pesar de todo, se puede hacer mercado con un sueldo mínimo y pagar servicios básicos.

Últimamente he reflexionado mucho sobre las razones por las que Venezuela no ha logrado encontrar ese rumbo de equilibrio que nos permita crecer como nación desde el punto de vista económico, avanzando también en la igualdad social, con un sistema de plena democracia y de plenos derechos.

Quienes creímos en el proyecto bolivariano, o chavista, como le quieran llamar, confiábamos en la conducción de Hugo Chávez y en que lograríamos ese país deseado. Con legitimo derecho, el chavismo fue un movimiento popular que logró avanzar significativamente en logros que se tradujeron en una mejor vida para millones de venezolanos, eso es innegable, el chavismo logró cambiar para bien la vida de una población apartada e ignorada por años. Por eso luchamos y eso seguimos anhelando. (rpmnwindiana.com)

Muchos analistas creen que hubo una especie de etapa buena, y una etapa mala para el chavismo, incluso un cercano amigo opositor dedicado al análisis político me asegura que hasta el 2007 “la cosa no iba tan mal”, ya que a su juicio las cosas siempre fueron mal con Chávez.

Pienso desde la distancia que ciertamente hubo un punto en el que se perdió el rumbo original y honesto del movimiento, no sé exactamente dónde. Hoy en día sin lugar a dudas creo que el rumbo está perdido por completo.

Todo lo que no queríamos volver a vivir se está viviendo, los más pobres no tienen cómo costear un buen mercado que les permita comer tres veces al día, la gente muere de mengua por falta de medicinas e insumos sanitarios. Incluso, leí que una mujer se suicidó por miedo a seguir “viviendo” con los efectos que el cáncer producía en su cuerpo. Un Tribunal le niega a los pacientes pediátricos un amparo ante la escasez de fármacos, una verdadera canallada que no tiene nombre.

La diáspora de jóvenes venezolanos que en vez de estar en su tierra empujando con su talento y preparación al país que los vio nacer, ayudan a otras naciones a seguir prosperando, claro, con la tranquilidad de vivir sin la zozobra permanente y el acoso incesante de una muerte violenta.

Venezuela no está para soluciones mágicas ni para salidas violentas que por cierto tendrían que generarse en el mismo chavismo, ya que no hay forma de que los militares, que infieren más ahora con Maduro que con el mismo Chávez, se tumben así mismos, tienen mucho qué perder.

El país y los venezolanos necesitan encaminarse en la sensatez y en la justicia para lograr por fin superar la pobreza, el odio y el desorden en el que está sumergido.

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1 comentario

  1. Lo siento, amiga. Los «beneficios de la revolucion» fueron siempre rebatiña secuestrada a quienes si trabajaron, para dar regalos a los proselitos, mientras se enriquecieron a manos llenas. Jamás hubo un rumbo. Jamás hubo un «proceso», porque silo huiese habido era fácil seguilrlo hoy y ver los resultados. Solo hubo un plan nefasto de docenas de resentidos sociales para saqueo, perversion y codicia finamente orquestado desde afuera, porque dentro no sabían por donde comenzar.

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