Un juez de inmigración de Estados Unidos rechazó darle libertad bajo fianza al joven venezolano Gregory Sanabria, quien fue un preso político en el país y que migró a territorio norteamericano donde tiene pendiente un caso de asilo.
Sanabria, quien tiene 31 años, estuvo preso durante cuatro años en el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en su sede del Helicoide desde que lo apresaron en el estado Táchira en 2014 hasta obtener una medida sustitutiva de libertad.
Durante su tiempo en prisión sufrió una agresión que le produjo una fisura en la cabeza, en el año 2018, cuando hubo una riña en El Helicoide entre los presos comunes y las personas privadas de libertad por razones políticas.
A Sanabria lo detuvieron el pasado mes de junio en EEUU cuando acudió a su cita anual en el Servicio de Inmigración y Control de Aduana (ICE) en Houston. Desde entonces, lo enviaron a una cárcel de migrantes en Texas.
Sus abogados solicitaron su liberación, en especial porque su petición de asilo y el tiempo que estuvo encarcelado en Venezuela, algo que denegó este 17 de julio un juez de migración estadounidense.
Desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el pasado mes de enero, su política de deportaciones masivas se ha afincado con los venezolanos, a quienes les retiró el parole humanitario y el Estatuto de Protección Temporal (TPS), lo que afecta a miles de connacionales.
Además, envió a 252 de ellos a una cárcel de El Salvador, denunciada por violaciones a los derechos humanos, bajo el argumento no demostrado de que pertenecían a la banda criminal El Tren de Aragua.
Cuándo llegó Gregorio Sanabria a EEUU
Sanabria llegó a EE.UU. en 2022, tras atravesar la selva del Darién -entre Panamá y Colombia- y seguir la ruta migratoria que miles han recorrido en dirección al norte en los últimos años.
En la frontera sur de EE.UU., cruzó de manera irregular y se entregó a la Patrulla Fronteriza, pasó una entrevista de «miedo creíble» -para determinar si temía volver a su país de origen- y lo liberaron con una orden para presentarse ante las autoridades migratorias periódicamente, según relataron a EFE su abogado, Juan Molina y su mejor amigo y también ex preso político, Lennard García.
Una vez que se radicó en Texas, donde viven varios de sus conocidos y antiguos compañeros de activismo estudiantil en contra del gobierno de Nicolás Maduro, Sanabria presentó una solicitud de asilo que aún sigue pendiente.
Su caso, señaló García, es uno de los «más documentados de tortura que existe en Venezuela» y en su momento lo denunciaron la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y Amnistía Internacional, entre otras organizaciones.
Gobierno alega que entró de forma ilegal
El Gobierno de EE.UU., sin embargo, alega que Sanabria admitió «estar en EE.UU. de manera ilegal» y «permanecerá en custodia de ICE mientras sigue pendiente una decisión de un juez de migración», según indicó a EFE un funcionario de alto rango del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). «Todos sus argumentos serán escuchados por el juez», agregó.
Para Molina, quien está defendiendo a Sanabria ante la corte de inmigración, las declaraciones de DHS son un juego de palabras:»¿Cómo que está ilegal y se está reportando con ICE, y tiene un permiso de trabajo y tú mismo lo liberaste?».
El abogado considera que la acciones de las autoridades en este caso se enmarcan en una campaña de «presión al inmigrante» por parte del Gobierno actual.
«La gente ve esto y dice ‘Gregory tiene un caso tan fuerte, estuvo en el Helicoide y mira como lo están tratando’ (…) los quieren meter presos para que los demás se asusten», concluyó.
«No quiero morirme»
Sin la posibilidad -por ahora- de salir bajo fianza, las autoridades pusieron a Sanabria entre la espada y la pared: aceptar voluntariamente ser deportado a Venezuela, el país del que huyó por las persecuciones del Gobierno, o permanecer detenido de manera indefinida.
Si lo deportan, en los vuelos que reciben las autoridades venezolanas, incluyendo el número dos del Gobierno, Diosdado Cabello, existe la posibilidad de que vuelvan a apresarlo. Él ya decidió que va a pelear su caso «como sea», según relató su abogado.
La detención, relató García -que asegura estar en contacto «diario» con su amigo-, es una «revictimización».
«Para una persona que sufrió tortura durante cuatro años (en prisión), estar de nuevo en cuatro paredes es morir en vida, como ha dicho él en varias ocasiones«, contó el también venezolano y activista.
Está «sumamente desesperanzado» y deprimido y «duda de que EE.UU. haya sido el lugar idóneo para huir de la dictadura».
Desde el centro de detención, en una llamada después de la vista con el juez de migración ayer, Sanabria le dijo en un tono sombrío: «Hermano, se me cayó todo, voy a pasar meses en la prisión de nuevo. No quiero morirme».