El robo masivo en la estación de la estación Nuevo Circo, que sucedió el día anterior, –lunes 3 de agosto- da paso al tópico de la tertulia la mañana de este martes en el Metro de Caracas: la inseguridad. En la estación Los Cortijos entra un hombre de lentes oscuros con un bastón, acompañado de un joven que va tras él. Al arrancar el tren, el hombre se quita los lentes y comienza a pedir dinero.

Una mujer de la tercera edad, de blusa roja -al igual que el cabello y uñas-, suelta: ¿por qué no dejas a tu papá en la casa y sales tú a trabajar en vez de andar pidiendo? Quien representa los ojos del que pide –un joven alto, moreno oscuro- se voltea y observa detenidamente a la viejita. Ella le dice: “Dios te ama, Cristo te ama. Él todo lo perdona”.

“Pero esa señora si es imprudente. Con todo lo que está pasando ahorita en el Metro y se pone a pelear con esa gente. No se puede andar reclamando ni peleando. ¿Ustedes no vieron lo que pasó ayer?”, pregunta una pasajera luego de ver la escena.

Mientras se escucha el relato del robo, la mujer de rojo habla cada vez más duro: “estamos viviendo los momentos más difíciles, más oscuros. La Biblia lo dice. La maldad está desatada y hay oscuridad. No hay alimentos, habrá hambre”. Algunos se burlan, otros se miran extrañados. A ella parece no importarle que nadie le responda. Continúa hablando sola.

Tras hacer transferencia en Plaza Venezuela hacia la línea 4 –donde ocurrió el robo- dos mujeres murmuraban en el andén mientras esperaban el tren con destino a Las Adjuntas.

“Ahorita hay que andar como una loca, así como ando yo. No cargo celular, una platica ahí por si acaso para los pasajes. Más nada”, dice una de ellas señalando su franela rosada desteñida y sus zapatos deportivos gastados. La otra, de lentes y falda larga, le responde que con la agresividad de las personas no se puede estar segura si por no cargar nada de valor “se irán sin joderte… la gente anda mala”.

El tren hace su parada y las dos acuerdan cambiar el tema: “para no alertar a los malandros”.

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