Alicia Mazo Surga, de 64 años de edad, amaneció tendida en el pavimento, ensangrentada, justo al frente de la puerta de su casa en la Cota 905. Tenía severos golpes en la cabeza, que alguien le causó con un bloque que aún está allí, también lleno de una sangre, a pocos metros de donde la dejaron, muerta.

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A las 4 de la madrugada del 27 de septiembre, uno de sus vecinos se levantó porque los perros no dejaban de ladrar. “Cuando ladran así es porque algo pasó. Me levanté, salí y me quedé helado. La vi ahí tirada y lo que hice fue ponerle una sábana para cubrirle el cuerpo“, cuenta, desde ese barrio caraqueño en el que vive hace 40 años. No logra precisar cuánto tiempo tenía la señora Mazo siendo su vecina, solo dice que “hace mucho tiempo, creo que de toda la vida”.

“Lo primero que se me ocurrió fue llamar a su hija. No me atreví a entrar a la casa para evitar que me involucraran en algo, tú sabes, los funcionarios de la policía son muy malintencionados. Entonces cuando estoy llamando a la hija, ese teléfono repica y repica y nada que me atendió”. Todo pasó antes de que saliera el sol. Para ese momento, el vecino aún no sabía que a Linda Cubides Mazo, la hija de su vecina, también la habían asesinado en El Paraíso. Y como si fuera un investigador, se toma la licencia de sortear hipótesis. Según él, ese crimen involucra tanto a la policía como a varios delincuentes de la zona.

“De lo de la hija nos enteramos por la prensa y todavía estamos consternados. Pobrecita, era una muchacha de apenas 32 años”, señala, parado al frente de la pequeña casa de las mujeres, deshabitada al menos hasta el miércoles 30 de septiembre. “Ellas no tenían familia por aquí, solo eran ellas dos y el esposo de la chama, que me imagino que se piró de aquí por miedo”, añade.

Y precisamente por miedo, ningún vecino del sector El Plan se atreve a decir algo. Nadie quiere hablar del caso, excepto este señor. Los demás lugareños se limitan a decir “no sé” y lo repiten con cada pregunta, a pesar de que también vieron el cuerpo sin vida. Mientras tanto, algunas mujeres de la zona que pasan la tarde ahí, sin hacer nada, solo mirando las casas que sufrieron daños tras un incendio que aseguran, fue causado por el Cicpc, dicen que no escucharon ni un grito, ni un golpe.

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En la morgue de Bello Monte, cuando llegaron los cadáveres de las mujeres, trascendió la única versión que hasta ahora se conoce del caso: que denunciaron a unos “azotes” del barrio y que por eso, en venganza, las mataron.

“Hay algo que se dice por aquí y que a mí me parece que tendría que ver: parece que ellas sirvieron de puente a los pacos (policías), les pasaron datos, información, nombres, fotos, de los malandros que controlan la zona. Se fueron de sapas. Y no fueron ellas las únicas. Junto a ellas, hay un grupo de vecinos pero de la parte de abajo del barrio que los datearon. Así fue que lograron entrar al barrio cuando hicieron el operativo de la OLP”, relata el vecino. “Y aquí me atrevo yo a hacer conjeturas: o fueron los malandros que se enteraron y se vengaron, o fue la misma policía para que todos pensemos que fueron los malandros, porque a mí me parece que con ese operativo lo que hicieron fue acorralarnos y quizás ahora quieren que tengamos esos roces entre nosotros mismos”.

Lo que este vecino señala ya lo habían apuntado expertos en criminalística, consultados por Efecto Cocuyo. Sobre las la llamada Operación para la Liberación del Pueblo (OLP) que se realizó por primera vez en la Cota 905 y que dejó un saldo de 14 muertos, Magally Huggins, psicóloga social, criminóloga y docente e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV, expresó: “Esos procedimientos no han traído nada bueno para el barrio y para muestra tenemos todo lo que ha venido pasando después. ¿Qué es lo que quiere el Gobierno? ¿Enfrentar a la misma gente del barrio?”.

Sobre el modus operandi, el comisario Luis Godoy, exjefe de la División de Homicidios de la extinta Policía Técnica Judicial, advirtió: “Lo que está claro es que ese doble homicidio no fue por robo. Puede ser cualquier otro móvil, pero por los elementos que rodean a las muertes, efectivamente pareciera que se trata de una venganza. Y si eso es cierto, por supuesto que el miedo entre los habitantes debe ser terrible porque lo que le hicieron a esas mujeres se lo pueden hacer a cualquiera que haya servido como puente para que la OLP se diera en ese lugar, pues un operativo de esa naturaleza es imposible llevarlo a cabo sin la cooperación de uno o varios vecinos”.

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En el portón de la casa de Alicia Mazo Surga y de su hija, Linda Cubides Mazo, hay impactos de bala. El vecino descarta que sean de esa noche. Insiste en que solo escuchó el escándalo que armaron los perros, pero antes de eso, nada.

Mientras Efecto Cocuyo conversa con él, por esa calle pasa una mujer que no estaba en el grupo de las que prefirieron no emitir juicios. Se lamenta del incendio y se queja de la actitud de los funcionarios policiales. Asegura que desde el pasado 13 de julio cuando inauguraron la OLP, todas las veces que han vuelto al barrio llegan con atropellos a los vecinos, maltratándolos y robándoles las pertenencias en cada allanamiento que realizan. “Ellos creen que así les vamos a decir lo que quieren saber”.

-¿Y qué es lo que quieren saber los policías?

-Bueno, ellos llegan a lo macho y nos piden que denunciemos a los malandros, que les digamos dónde están. ¡Están locos! Será para que al día siguiente lleguen y nos den un plomazo en la cabeza.

-¿Ya ha ocurrido antes?

-¡Uuuuufff! Muchas veces. Entonces uno no está dispuesto a dejar la vida aquí por eso.

-¿Fue eso lo que pasó con las dos vecinas suyas?

-No sé porque, porque… Eehh.. No sé. Yo no estaba aquí.

-¿Pero cuál es la versión que se maneja en el barrio? ¿Qué ha escuchado?

-No sé, no sé nada de eso. Yo estaba de aquel lado (señala a lo lejos) y me enteré en la madrugada como todo el mundo pero aquí no se habla de eso. Pero es así, la policía viene en contra de uno, nos dicen que nosotros somos los culpables de que nos traten así a los coñazos porque no denunciamos a los malandros pero la realidad es que no podemos. Si lo hacemos somos nosotros mismos quienes nos ponemos una pistola en la cabeza. No es que no queremos denunciar, es que no podemos.

-Entonces todos saben quiénes son los delincuentes…

-Ay, obvio. Todo el mundo aquí sabe quienes son pero nadie va a decir que si fue fulano o fulanito porque nosotros y nuestros familiares corren peligro. Y al final eso es asunto de ellos con los policías. Nosotros solo tenemos que ver en ese rollo porque lamentablemente vivimos aquí por mala suerte, pero por más nada.

Cuando se dio la OLP, ¿a quiénes se llevaron y a quiénes mataron?

-Ahí cayó más gente sana que otra cosa. Eso fue todo un montaje, quizás se llevaron a unos malandritos menores, pero a los duros, a esos no. Esos lograron escaparse y ahora van y vienen.

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2 Comentarios

  1. Bueno esto de vivir en barrio y tener malandros como vecino ,es de todos sabido que desde hace 10 años para acá cambiaron las reglas .No esos son de aqui ,no se meten con uno ¿¿¿¡ eso cambio andan con un poder y un descaro armas en la mano y consumiendo drogas delante de los vecino. En otro caso por aqplicar la OLP en un barrio en San Felix Cuidad Guayana ,mataron a la suegra e hija ,quedo grave la esposa de un compañero de trabajo solo por pensar que el señor los había denunciado .

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